Friday, June 05, 2009

Refugio en la infancia





Recuerdo una plaza. Las hamacas, el sonido de las cadenas desaceitadas, qué felicidad, ¡volar! Caer en la arena, tal vez hasta de pie. El tanquecito pintado de colores que se mecía y después de tan solo un minuto se volvía siempre aburrido. Por supuesto, el subibaja y el tobogán, que junto a la trepadora o el poste que parecía un semáforo, prometían un universo de posibilidades. Además, el bonus track: algunos valientes se trepaban por las hamacas hasta el caño superior. Sí que se podían hacer cosas en la infancia, actuar, soñar, eso era mucho más fuerte que cualquier palabra, sin duda.

¿Seguirá allí mi plaza? Tengo miedo de volver y verla cambiada; pero, más que nada, temo volver y reencontrarme a mí, distinta. Ahora es todo tan distinto, tan ilógico a mis ojos. Me despido de este pensamiento-refugio para volver a mi mundo actual, a mi yo, a mi futuro tan cercano ya sin María Elena. "Vamos a ver cómo es..."


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