triste mariposa, triste rutina
Meses de la nada. La vida se vuelve a establecer bajo las condiciones iniciales luego de arduo trabajo de disfrutar el mundo como se debe. Es entonces cuando la nada vuelve a ser nada, sí, y el hastío de la vida es inevitable, y las corbatas, los sujetacordones, el consumismo y otros objetos y sujetos y cuestiones sin sentido vuelven al primer plano de la mirada. Quisiera uno ya tomarse el primer tren a Mexico, como dice la letra de aquella canción, pero lamentablemente la realidad pareciera estar dotada de una cuarta dimensión que es el impedimento.
Las mariposas en cambio ni siquiera alcanzan una vida rutinaria. ¿Será eso lo que las hace tan estéticas desde lejos? Digo desde lejos porque no se si alguna otra persona se habrá tomado el tiempo de mirar con detenimiento una mariposa de cerca. Esos pelitos que tienen en el pecho no son nada agradables. Sin embargo el todo de la mariposa al vuelo es sumamente hermoso. Nos vemos obligados a caer en la falacia de "su vuelo libre". Pero no, ni es libertad la de las mariposas, ni la de los pajaros al volar, dado que no lo eligen. Se trata nada menos que (siguiendo a San Agustín) de algo relacionado con su intentio finis, es decir, el fin que le es propio a la mariposa o al pájaro según su especie, destinada naturalmente al vuelo. Qué triste, mariposa, siempre se me caen las teorías que busco sobre la libertad. Tampoco creo que cualquier dirección nos sea dada desde afuera, pero sí ando por ahí, vagando por Buenos Aires en mis pausas de estudio, y me cuestiono, más que nunca después de Mexico, por qué y para qué todo, para qué camino, consumo, respiro, trabajo, voy a casa, compro un chocolate y una Coca Cola, soy un númerito más, un cuerpo, que responde quizás a la funcionalidad de un sistema del mundo, de este sistema, tan detestable, en este mundo, tan hermoso. Ni las mariposas ni mi pensamiento son libres. Quisiera que alguien me ofreciera una opinión sobre la o su libertad, pero no la tengo.
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